El Camino de Santiago desde Castellón. Etapa 6. De Morella a Sorita


Estar ruta es la segunda parte de una excursión de dos días que protagonizaron las Liebres/Rayitos. El día anterior se hizo la etapa 5 y este día se haría la etapa 6 del Camino de Santiago desde Castellón. La que va desde Morella a Sorita. Todos nuestros caminantes durmieron en Morella para salir cuanto antes.

En esta etapa del Camino participaron 9 liebres. Ana, Bea, Elena, Javi, Isa, Kiko, Vicent y Silvia. Raúl, que había caminado en la etapa anterior andaba un poco tocado y prefirió no forzar. Mejor por si acaso. Su participación sería de apoyo logístico llevando el coche a Sorita, comiendo con el resto y estando atento por si había alguna urgencia en el grupo de caminantes y tenía que actuar. Fue un lujo contar con un apoyo logístico así.


La ruta es de 19,5 kilómetros con un desnivel acumulado de 385 metros. Como en el día anterior, en la etapa 5, parece un perfil bastante cómodo. 3,5 kilómetros subiendo y después a llanear y bajar.

A las 6.30 todos arriba. Algunas ya llevaban tiempo dando vueltas en la cama. Se desayunó una coca muy buena que trajeron de Castellón el día antes y todo el mundo se preparó. A las 7.30 todos salieron de los apartamentos donde habían dormido y comenzaron a andar. Raúl acompañó un momento al grupo para meter todas las maletas en el coche. Luego se quedó en Morella a hacer turismo y almorzar con amigos.


La ruta va a buscar la carretera de Morella a Xiva de Morella. El comienzo es bonito porque se pasa por debajo de un arco del acueducto medieval que abastecía antiguamente de agua el pueblo y castillo de Morella. Este arco formaba parte de los Arcos de Santa Llúcia. Una vez en la carretera de Xiva de Morella, a pocos metros de comienzo se accede a otra carretera asfaltada a la derecha que va siguiendo el acueducto, del que se ven los restos de los túneles al lado de la carretera.

Pronto se ven al fondo los arcos de La Pedrera, del acueducto que el grupo iba siguiendo. Una gran construcción muy bien conservada. Ya están en el kilómetro 1,4.


Sin traspasar los arcos, una señal indica girar a la izquierda. Un poco más adelante comienza una bonita senda que va subiendo y subiendo. Los senderistas se plantan pronto a 1200 metros de altitud. Morella queda abajo y enfrente la antenas de Torremiró.



Era el kilómetro 3,5. Realmente no les costó mucho subir. Nuestros caminantes estaban en el techo de la etapa. Desde allí hay unas estupendas vistas, que nuestros senderistas aprovecharon para hacerse fotos. Hay diseminados paneles con los nombres de las montañas y pueblos que se ven desde allí. Muy turístico pero sin perder su vertiente rural. El sol era agradable pero el aire era fresquito.
Ahora ya llega el momento de empezar a pasar las pasarelas de las puertas de ganado. Estas son del del estilo de las puertas canadienses, con barras de hierro en el suelo que dejan pasar a las personas pero dan miedo a las vacas. Alguna de nuestras caminantes tiene un número de pie pequeño y a duras penas puede pisar dos barras a la vez. Le pasaba como a las vacas y tuvo que pasar con mucha prudencia.

Como era de esperar, estando en el techo de la etapa, la senda comienza a bajar. Hay marcas de una carrera que las han hecho de plástico para que aguanten años. No sé si queda muy bonito pera los caminantes que lo que quieren es que el camino esté lo menos humanizado posible, pero la presión del turismo es la que es. La ruta que van a hacer nuestros caminantes sigue también las señales de la carrera hasta Xiva.


Parecía que no iba a pasar nada relevante ese día pero una pequeña aventura aguardaba a nuestros héroes.  Llegó un momento, en el kilómetro 4, en que había una bifurcación de la senda. Las marcas de la  carrera seguían por el camino recto y la ruta de nuestros caminantes (según el track) bajaba a la derecha. Había una finca con toros allí a abajo y daba un poco de susto. Era el Mas de Carceller. El grupo, con buen criterio, siguió su ruta e ignoró las señales de la carrera que, en ese momento, nadie sabía donde se dirigían.

Nuestros senderistas abrieron la portera que daba acceso a la finca y se pusieron a caminar. Casi inmediatamente tres toros que pastaban plácidamente levantaron la cabeza para mirar al grupo. Los nuestros caminaban deprisa pero sin correr, y tratando de no hacer ni un ruido. La ruta pasó justo por el lado de los toros, a unos pocos metros. Los animales seguían a los nuestros con la vista. Fue un momento de supertensión. Isa estuvo a punto de salir corriendo pero pensó que si corría, igual iban los toros a por ella. Mantuvo la sangre fría y aguanto caminando. Anduvo rápido pero solo anduvo. Todos respiraron al pasar la valla de salida de la finca. Aun así, seguían viéndose boñigas de vacas y toros por el camino.

El chasco se lo llevaron cuando la senda que venía de la izquierda llevaba también colgadas las señales de la carrera. ¡Podían haberse ahorrado le tensión de los toros si antes hubieran seguido recto! Pero no lo sabían. Todo fue aventura.

Un poco más adelante, ya con la adrenalina a niveles normales pasaron por el Mas de Mejora, en el kilómetro 5,1. Había una placa que lo ponía pero la masía estaba en muy malas condiciones. Aún se mantenía una bonita barandilla de madera y una puerta.


Bordeando un bonito barranco de repente se llega a Xiva. Se pasa al lado de una capillita y se cruza el río por el lado del pont del camí de Morella. Bea preguntó a una persona que estaba trabajando y éste le dijo que ya no había bar, que estaba cerrado. Es difícil mantener un bar en un pueblo tan pequeño. Actualmente Xiva de Morella tiene 20 habitantes. Casi les sale más cuenta quedar cada día en casa de uno y así no gastar luz y agua en un local.

Los nuestros no habían casi desayunado y solo tuvieron unos pocos frutos secos y una sola manzana para saciar su hambre. Eran las 10 de la mañana. Alguien lo había pasado mal a primera hora por no tener un café y parece que ese café tendría que esperar aun unas cuantas horas más.



Pararon en una fuente al lado de los lavaderos que, aunque con agua, no parecía que se usaran mucho. Un trago de agua, dos fotos y a seguir. Se vio gente del pueblo, con los que se conversó algo. Se respiraba paz y tranquilidad. Quizá demasiada.


Para seguir la ruta el grupo tuvo que cruzar el pueblo. Fue rápido. Xiva está muy arreglado y muy limpio. Se nota que las ayudas provinciales, estatales y/o europeas han llegado a este confín del mundo. A quien le guste la paz, la tranquilidad, la soledad y el silencio, éste es un buen sitio para vivir.

Siguiendo la ruta hasta Sorita, el grupo salió de Xiva por una pista asfaltada. Pasaron por el assagador de Gasulla y, al llegar al pontet, tomaron una senda a la derecha. 

Kiko enseñó a gente del grupo una concha fósil y automáticamente todos comenzaron a andar mirando el suelo. Hubieron hallazgos interesantes. Conchas, caracolas, un erizo pequeñito. La zona de Morella es muy rica en fósiles y éstos se pueden ver a simple vista. No hay que romper nada sino simplemente mirarlos y ya está. Los siguientes senderistas que pasen también tienen derecho a verlos.

La senda por la que caminaba el grupo pasaba por en medio de un bosque. Se llega al Coll d'Ortells y después se atraviesa el Barranc de Saura, para desembocar al camí de Xiva, la pista de tierra que  llevaría a nuestros héroes a Ortells.

Yendo por el camí de Xiva tuvieron que parar de repente porque se encontraron con un rebaño de ovejas que parecía que venía del Mas de Barberá. El rebaño invadía la pista por donde los nuestros tendrían que pasar. Las ovejas no iban con pastor ni con perro, pero parecía que sabían su destino por lo decididas que se veían. El rebaño se cortó nada más ver a los senderistas. La ovejas son muy miedosas y, al intuir el peligro, dejaron de pasar. Los nuestros se esperaron un rato y de pronto, una cabrita, que es menos miedosa, se animó a pasar y con ella fue un buen grupo de ovejas pero otras tantas no se atrevieron y se quedaron esperando.


Los nuestros, hartos de espera, siguieron su camino, y las ovejas, una vez vieron la pista despejada, bajaron y siguieron el suyo. Es curioso que las ovejas se mantuvieron a un centenar de metros de nuestras liebres mientras fueron detrás. Si los nuestros paraban, ellas paraban. Si seguían, ellas seguían. Por delante, un par de cabras esperaban el grupo de ovejas retrasadas. Parecía que eran las propias cabras las que pastoreaban a las ovejas. Las cuidaban y las guiaban.

Llegó un momento que el camino de las ovejas se desvió del principal. Se sabía por el rastro de cagadas que dejaban. Los nuestros siguieron y las ovejas retrasadas, sin que nadie les dijera nada, tomaron su camino y dejaron de temer a los nuestros. Seguro que esa no fue la primera vez que hicieron esta ruta porque se la sabían de memoria. 

Ya llegando por la pista a la carretera de Ortells, los caminantes se encontraron con un hombre delante de una granja. Bea y Javi, que iban un poco adelantados, estuvieron hablando un rato con él. Comentó que estaban muy cerca de Ortells, y que no había bar. Él les indicó a la derecha una sendita que, pasando un barranquito, ahorraba unos metros de carretera. Los nuestros le hicieron caso.

El grupo llegó a Ortells, era el kilómetro 13,7 de la ruta. Se descansó un minuto en la propia carretera. Era la CV-1175. Casualmente en ese momento pasó Raúl por allí con el coche. Él comprobó que todo estaba en orden y que los caminantes estaban en buenas condiciones. Siguió su camino hasta Sorita para preparar el terreno a la llegada de las esforzadas liebres.


Nuestros caminantes bajaron entonces hacia la ruta fluvial del Bergantes. El cauce estaba seco y el camino, al estar en el río, no era todo lo "amigable" que podría ser. Había pasarelas y cosas bonitas. A  doscientos metros la propia senda fluvial les devolvió a la carretera.


Tras cien metros por el arcén, la ruta les volvió a llevar al río. Esta senda ya estaba un poco mejor. El rio seguía muy seco, salvo unas pocas pozas. En unas rocas de la pared había buitreras. Estaban criando. Se vio bastante cerca a una madre/padre buitre cuidando de sus crías.


La senda fluvial tenía tramos que alguna riada se había llevado. No fue difícil seguir el camino pero algo de aventura sí que hubo.

En el kilómetro 16,5 de la ruta se volvió a la carretera. Ya quedaba poco. El sol ya pegaba fuerte pero el airecito hacía que no se sudara mucho.


Tras dos kilómetros largos de carretera se llegó a la entrada de Sorita. Se hicieron fotos conmemorativas del evento y se subió al restaurante que, como casi siempre, está en la parte más alta del pueblo, al lado de la iglesia.


La subida se sufrió un poco, menos mal que el premio por llegar era la comida. Los nuestros andaban con hambre porque ni en Xiva ni en Ortells habían encontrado bar y pocas cosas sólidas habían comido desde la coca del desayuno.



Se llegó con cierto adelanto y se pudo comer antes. La comida fue digna. Un menú de batalla. Dos del grupo se pidieron un merecido chuletón. Menos mal que lo pidieron poco hecho porque si no, les habrían servido dos trozos de carbón.

Muchas risas durante la comida y se aprovechó para comentar las anécdotas del día y planificar nuevas rutas.

El ambiente fue muy bueno durante los dos días de la excursión, tanto en la etapa 5 con en esta etapa 6. Ya estaban pensando en la siguiente aventura. Se habló del Tossal de Saragossa, Penyagolosa, nuevas etapas del Camino de Santiago y mil sitios que les quedaban por ver. También se habló del calor que venía ahora en verano para caminar. Había mucho que planificar.

Hubo tan buen rollito, tantas risas y tantas cosas de que hablar que se olvidaron sellar las credenciales del Camino. A ver si cuando hicieran la siguiente etapa lo podían hacer. 

En resumen, muy buen Camino. Nada pesado y muy buen tiempo, incluida la lluvia del día anterior. Raúl, el más perjudicado, con un par de días de descanso estaría como nuevo.

Ya llevaban 6 etapas, Ya quedaba menos.

Pincha aquí para ver la ruta


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